domingo, 3 de marzo de 2013

Una observación, una historia...




Cuando aconteció esta pequeña historia, Shaila tenía un año y un par de meses. Era una de las niñas más pequeñas de "Els pastors", la clase de 1-2 años en la que yo realizaba las practicas.

No diré que fue fácil ganarme su confianza, ya que la pequeña Shaila era muy reservada. Se relacionaba con los niños, pero cuando se sentía con ganas de compartir su espacio y su tiempo.

Poco a poco y con mucha paciencia fui entrando en su circulo de confianza e incluso tenía el placer de que me dedicara alguna sonrisa de vez en cuando.

Pero pasado el mes  mas o menos, de practicas, no conseguía que quisiera comer conmigo. Como ya he mencionado antes, era de las más pequeñas y aun no comía sola.

Aunque me hubiera ganado su confianza y su afecto, el momento de la comida con ella se me hacía frustrante. Intentaba razonar con ella, cantarle, poner buena cara, contarle en cada momento mis acciones, pero aun así no conseguía que probara bocado, se lanzaba a llorar y a escupir lo que yo le daba, así que Joana se terminaba encargando de ella. Lo más frustrante era que la maestra no hacía ningún esfuerzo, se mantenía calmada y simplemente le daba de comer.

Este tema provocó todo tipo de reflexiones ya que no era una niña problemática, así que hablando con Joana llegamos a la conclusión de que no era falta de confianza sino de autoridad. Shaila sentía mi inseguridad y nerviosismo y no me veía como a una persona adulta, sino por un igual al que podía desafiar. Al conocer la raíz del problema, continué intentando darle de comer tratándome de tranquilizar para así, transmitirle a Shaila mi seguridad. 

Exactamente no recuerdo cuando fue ya que han pasado tres años, pero el momento en que ocurrió lo guardo para siempre conmigo como una prueba de mi capacidad, de mi perseverancia y mi esfuerzo. Llegaba el momento de la comida, Shaila ya estaba sentada y preparada para comer, me dispuse a darle la cuchara a la pequeña cuando esta, comenzó a llorar y a moverse. Con toda calma, la cogí, la senté bien y le dije claramente: "No Shaila, ahora vamos a comer", y le introduje la cuchara en la boca. Recuerdo su expresión, estaba atónita, me respetaba y ya la prueba de hasta donde podía llegar, había acabado. Intercambiamos una mirada de felicidad y satisfacción con Joana, y le seguí dando de comer a Shaila con toda tranquilidad.

A partir de ese día Shaila nunca más se quejó ni lloró ni me negó mi ayuda. Poco a poco fue comiendo sola pero eso es otra historia. Para mi este es uno de los momentos que más marcó mis practicas ya que conseguí que Shaila me respetara y me dejara compartir con ella un momento tan importante como es la alimentación.

¡Gracias Shailita, por brindarme esta oportunidad para superarme!


Sobre mis creencias: Las creencias de cada educador, configuran el marco de actuación en el aula. Estas creencias pueden venir dadas por la experiencia de cada persona ya sea en el ámbito escolar, familiar, de iguales, entre otros. 

Es importante identificarlas para poder analizarlas y reflexionar sobre nuestras intervenciones con el fin de poder mejorarlas y si estas son erróneas, modificarlas.

Respecto a mi caso puedo decir que posiblemente tenía la creencia de que distrayendo a Shaila, podría facilitarme esta tarea y lograr que comiera conmigo. Posiblemente en este momento, no consideré los beneficios que podíamos adquirir si eramos totalmente conscientes de este privilegiado momento. Beneficios como preparar un ambiente cómodo y relajado para aumentar su seguridad y así conseguir progresivamente su autonomía, además de estrechar nuestros lazos.

Otra de las creencias que puedo observar que tenía, era el hecho de que pensaba que con haber establecido unos lazos previos en otros momentos, como el del juego o el cambio de pañales, ya tendría todo conseguido. Pero no es así. Cada momento es único y diferente y por lo tanto hay que establecer pautas y actuar según se requiera. En esta situación no solo se requería una complicidad y un lazo establecido, sino también de autoridad. 

Por lo tanto se puede apreciar como unas creencias pueden distorsionar nuestra capacidad de intervenir con la mayor calidad posible, pero estas creencias no son inamovibles, sino que mediante la observación y la reflexión ya sea individual o colectiva, podemos cambiar nuestra forma de ver el mundo y conocerlo más profundamente así como mejorar nuestras actuaciones.


Algunas preguntas como lector externo:

A la hora de reflexionar sobre nuestra propia practica o la de otras personas podemos elaborar una serie de preguntas para ayudarnos a comprender las diversas intervenciones o para poder modificarlas en los casos que sea convenientes.

En esta observación las preguntas pueden ser las siguientes:

- ¿Cuál  o cuáles son los objetivos del momento de la comida? ¿Estos objetivos se puede alcanzar en una sesión o se requieren más?

- ¿Todos los niños deben lograr los mismos objetivos y en el mismo momento?

- ¿Las intervenciones del adulto han de ser las mismas para todos los niños?

- ¿Shaila ha logrado estos objetivos?

- ¿Fueron adecuadas las intervenciones del adulto? ¿Por qué?

- ¿Qué otras intervenciones podría haber realizado el adulto?

- ¿Si el adulto hubiera tenido otras creencias hubiera actuado de esta manera?

- ¿Cuáles crees que eran los motivos para que Shaila actuara de esta forma?

- ¿Son determinantes las actuaciones de los educadores para que los niños alcancen los objetivos deseados?



Etiquetas:

2.6. Argumento lo que hago y por qué

2.7. Reflexiono sobre los errores y busco maneras de mejorar en mi actuación profesional

En este  caso he explicado por qué tuve que cambiar las estrategias que utilizaba ya que no eran las más acertadas y busqué soluciones para poder conseguir que Shaila comiera conmigo.



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